Sunday, April 27, 2014

La caida de las hojas -Fernando Celada

Cuando mi madre estaba recuperandose descansando en su lecho hace unas semanas, me sente al pie de su cama varias veces hacerle compañia. Una tarde me pidio que le leyera este poema, uno de sus favoritos. Ahora que las hojas van cayendo en este otoño, estoy recordando esa tarde juntas de poesia y compañia.
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Cayó como rosa en mar revuelto y desde entonces a llevar no he vuelto a su sepulcro: lágrimas y amores;porque el ingrato corazón se olvida cuando está en los deleites de la vida,que los sepulcros necesitan flores.
Murió aquella mujer con la dulzura de un lirio deshojándose en la albura del manto de una virgen solitaria. Su pasión fue más honda que el misterio; vivió como una nota de salterio, murió como una enferma pasionaria.
Espera, —me decía suplicante— todavía el desengaño está distante, no me dejes recuerdos ni congojas. Aún podemos amar con mucho fuego, no te apartes de mí, yo te lo ruego, espera la caída de las hojas.
Espera la llegada de las brumas, cuando caigan las hojas y las plumas en los arroyos de aguas entumidas. Cuando no haya en el bosque enredaderas, y noviembre deshoje las postreras rosas fragantes al amor nacidas.
Hoy no te vayas, alejarte fuera, no acabar de vivir la primavera de nuestro amor que se consume y arde. Todavía no hay caléndulas marchitas, y para que me llores necesitas esperar la llegada de la tarde.


Entonces desplomando tu cabeza en mi pecho que es nido de tristeza me dirás lo que en sueños me decías; pondrás tus labios en mi rostro enjuto y anudarás con un listón de luto: mis manos cadavéricas y frías.
No te vayas por Dios; hay muchos nidos y rompen los claveles encendidos con un beso sus vírgenes corolas; todavía tiene el alma arrobamientos y se pueden juntar dos pensamientos como se pueden confundir dos olas.
Deja que nuestras almas soñadoras, con el recuerdo de perdidas horas,cierren y entibien sus alitas pálidas y que se rompa nuestro amor en besos cual se rompe en los árboles espesos en abril, un torrente de crisálidas.
¿No ves cómo el amor late y anida en todas las arterias de la vida que se me escapa ya? Te quiero tanto, que esta pasión que mi tristeza cubre, me llevará como una flor de octubre a dormir para siempre al camposanto.
Me da pena morir siendo tan joven porque me causa celo que me roben este cariño que la muerte trunca, y me presagia el corazón enfermo,

que si en la noche del sepulcro duermo, no he de volver a contemplarte nunca.
Nunca, ¡jamás!... en mi postrer regazo no escucharé yo el eco de tu paso ni el eco de tu voz, secreto eterno; si dura mi pasión tras de la muerte y ya no puedo cariñosa verte, me voy a condenar en un infierno.
¡Ay! Tanto amor para tan breve instante. ¿Porqué la vida cuanto más amante, es más fugaz? ¿Porqué nos brinda flores? Flores que se marchitan sin tardanza al reflejo del sol de la esperanza que nunca deja de verter fulgores.
No te alejes de mí, que estoy enferma, espérame un instante, cuando duerma, cuando ya no contemples mis congojas. Perdona si con lágrimas te aflijo.— y cerrando los párpados me dijo, —¡espera la caída de las hojas!.
Ha mucho tiempo el corazón cobarde la olvidó para siempre, ya no arde aquel amor de los lejanos días; pero ¡ay! A veces al soñarla siento, que estremecen mi ser calenturiento, sus manos cadavéricas y frías.
Fernando Celada.




Antonio Machado - A la muerte de Rubén Darío



Si era toda en tu verso la armonía del mundo,
¿dónde fuiste, Darío, la armonía a buscar?
Jardinero de Hesperia, ruiseñor de los mares,
corazón asombrado de la música astral,

¿te ha llevado Dionysos de su mano al infierno
y con las nuevas rosas triunfantes volverás?
¿Te han herido buscando la soñada Florida,
la fuente de la eterna juventud, capitán?

Que en esta lengua madre la clara historia quede;
corazones de todas las Españas, llorad.


Rubén Darío ha muerto en sus tierras de Oro,
esta nueva nos vino atravesando el mar.

Pongamos, españoles, en un severo mármol,
su nombre, flauta y lira, y una inscripción no más:
Nadie esta lira pulse, si no es el mismo Apolo,
nadie esta flauta suene, si no es el mismo Pan.
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PRIMAVERA ~ UNA VEZ MAS



Me encanta el recogimiento obligado de la primavera aun cuando caprichosamente nos golpean los últimos rasgos de tormentas invernales. Es aquella magia de despliegues coloridos que aun siendo azotados por vientos y lluvia; afirman frágil pero firmemente su presencia. Es el mejor simbolismo de vida y esperanza.